7 de junio de 2006

Mi impulso sexual y su expresión natural

Durante años, dentro de mi adolescencia humana, reprimí ampliamente mis impulsos sexuales. Fueron años de muchas creencias girando en torno a un Dios que me mandaba callar mis emociones más expresivas, salvajes y sensuales.

Cuando mis instintos finalmente afloraban unas horas, lo hacían con mucha fuerza, y después me venia irremediablemente la culpa. Me sentía culpable de haber pecado contra mis creencias, que mantenían al sexo como gran tabú. Era el famoso mecanismo represión-culpa actuando en mi vida.  

Cuando mis creencias se me quedaron pequeñas y di un salto hacia la razón, el impulso sexual volvió con mucha fuerza, como queriendo recuperar los años perdidos. Fueron años un poco caóticos, llenos de deseos que no eran colmados adecuadamente, queriendo siempre más, y sin satisfacción profunda. A veces me veía como un esclavo de mis pasiones, sin poderlas controlar, y a la vez sin colmarme con ellas.

Los años fueron pasando, y yo fui madurando. Comprendí recientemente la grandeza de las emociones impulsivas, que incluyen entre otras al impulso sexual. Ahora dejo que estas emociones expresivas se manifiesten cuando desean hacerlo, con naturalidad y espontaneidad. Mi mente interfiere menos, y son estas emociones las que directamente se auto regulan. No las niego, sé que son algo fundamental en el ser humano. Somos carne, además de mente y espíritu, y ningún dios niega esta realidad.

Empiezo a percibir en mi vida como estas expresiones impulsivas se organizan a si mismas. El impulso sexual, junto con otros impulsos como el energético, el vital, el fisiológico, el colérico, el de expresión del Yo, etc., tienden a regularse a si mismos cuando son reconocidos como importantes y se permiten que sigan sus propias reglas biológicas y emocionales. Si no reprimo mi sexualidad, observo que esta de forma natural surgiré cuando es necesaria en función de la necesidad del momento.

En mi caso, tras tanta represión, estuve años que fantaseaba a todas horas, y muchas veces me costaba mucho concentrarme, estudiar, o tener una conversación normal con una chica guapa. Mis impulsos surgían desordenadamente. Ahora trato de dejar a la naturaleza su sitio, y veo que estos impulsos y energías afloran cuando es conveniente, como si ellas mismas estuvieran comprendido su papel dentro del gran organismo completo que soy.

Este es uno de mis trabajos principales para “convertirme en persona”, mantener todas estas emociones cerca de mi, sentirlas y expresarlas naturalmente. Veo que tenerlas como socias, me da fuerza, capacidad de acción, critica sana, pasión, heroicidad, vitalidad, ... etc.

En cambio si las reprimo como enemigas, estas surgen con violencia y rabia cuando yo no las deseo, jugándome muy malas pasadas.

Me encanta esto de aprender directamente de mi vida. ¿Sentís en la vuestra algo de esto que os cuento?

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