12 de marzo de 2006

Historia de una meada de colores

Voy caminando por una hermosa ciudad, me siento en armonía con ella, feliz, fluyendo por las calles consciente de mi cuerpo y de mi alma. Amo a todos los seres con los que me cruzo, dialogo con ellos, aprendo de todo, y dejo que este magnifico sol amarillo del mediodía me encienda.

De golpe soy consciente de que tengo ganas de orinar, y esto me saca un momento de mi éxtasis. Estoy en paz con la ciudad, y quiero buscar un lugar tranquilo donde compartir mi orina con la verde vegetación.  

Empiezo a pensar que esto no será tan fácil, los parques están muy concurridos. Me planteo muchas posibilidades, y comienzo a marcarme las posibles estrategias. Me voy decidiendo, entrare en un bar, pediré una fanta naranja, e iré un momento al baño.

La idea me parece la óptima, me olvido del resto de posibilidades, y me acerco a un bar tranquilo. De golpe recuerdo que salí sin dinero, y me empiezo a sentir muy culpable conmigo mismo. ¿Que hago? ¡No puedo entrar en un bar sin dinero!, yo soy un cliente y debo pagar mi consumición, es la norma. El azul del cielo me susurra al odio que esta no es mi ciudad.

Empiezo a enfadarme, y siento el deseo de entrar en el bar, ir directo al servicio, mear y salir corriendo. Miro a mi alrededor y veo varios policías. Mis manos se cierran en puños, mis músculos se tensan, me preparo para la batalla. Entro en el bar, y de sopetón un camarero me mira y me señala un letrero "baños solo para clientes". Siento el deseo de golpearlo, pero mis pies me sacan del bar. Tengo la cara roja de ira.

Tengo miedo a que me estalle la próstata, soy el orín que quiere salir. Quiero esconderme, ponerme una capa invisible y mear fuera del alcance de todos. Por un momento siento que podría parar el tiempo, o dejar a todas las personas petrificadas. Tal vez aquel espíritu ancestral púrpura siga protegiéndome.

Nada ocurre, y de golpe mi instinto me lleva a una pared cercana, abro automáticamente mi bragueta, y empiezo a mear. Ignoro a las muchas personas que están pasando por detrás de mi. Un perro beige se acerca, huele mi orina y después levanta su pata para unirse a mi meada.

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