16 de marzo de 2006

Otra historia de meadas coloreadas

Voy caminando por otra hermosa ciudad. Me siento en armonía con todo, feliz, fluyendo por las calles consciente de mis sensaciones corporales, de mis emociones cambiantes, de mi mente en calma, de mi alma unida a toda la realidad. Tras la suave lluvia recién caída, el sol ilumina de nuevo con sus amarillos rayos, formando un bonito arco iris más allá del horizonte.

Aparece lentamente en mi la sensación que me avisa de mis ganas de orinar. Y mientras mantengo mi alegre conciencia de este sol tan abarcante, mi mente razona las posibilidades que tengo para satisfacer mi necesidad biológica. Con alegre conciencia, decido que entraré en cualquier bar y pediré permiso a algún camarero para utilizar el baño. He vuelvo a salir sin dinero, y sonrío espontáneamente por ello.


Entro en la primera cafetería que me encuentro y directamente le comento al camarero mi deseo. Me responde que no puedo usar el baño, le escucho, y tranquilamente me despido de él. Mientras salgo del local, no puedo dejar de admirar su hermosa decoración multicolor.

Giro a la derecha, y luego siguiendo un impulso interno giro por una calle que baja a la izquierda. Veo otra hermosa cafetería muy cerca de mi, pero mis ojos se alejan hacia un pequeño bar al final de la calle. Me dirijo a él, disfrutando del sonido de mis pasos, de la humedad de las calles mojadas, del susurro de viento en mis oídos. Entro en el bar y me dirijo a una bonita camarera con el pelo teñido de todos los colores. La pido permiso, y me sonríe diciendo que si, y me pregunta si quiero tomar algo. La comento que no tengo dinero, y me dice que ella me invita. Se lo agradezco mucho, y antes de dirigirme al servicio, la pido una menta-poleo.

Diez horas después me despierto suavemente, otra vez con ganas de mear. Siento su piel desnuda sobre mi cuerpo, y su cabellera colorida se confunde con mi pelo castaño. Sigo siendo testigo de las cambiantes sensaciones de mi cuerpo, plenas de energía y vitalidad. Mi mente me sugiere pensamientos hermosos, de cariño, de suaves recuerdos. Mi alma parece englobar los dos cuerpos, y de allí subir muy alto, más allá de las estrellas. Puedo esperar a ir al baño. La miro con dulzura mientras duerme, y tras un tiempo intemporal, abre sus increíbles ojos turquesa, y nos volvemos a fundir el uno en el otro.

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