En Semana Santa del 2005, he estado como cocinero en un curso de meditación Vipassana en el pueblo de Dueñas (Palencia). Ha sido una experiencia muy positiva y transformativa.
Mis 2 semanas de cocinero en el curso de meditación han constituido para mi una experiencia muy extraordinaria, y quería compartirla.
Me siento muy agradecido al kosmos, al maestro y los profesores de la técnica, a todos los que han compartido la experiencia conmigo (meditadores, servidores, etc), ... por esta oportunidad de crecer
y seguir transformando mi vida. He trabajado mucho, junto con mis compañeros en la cocina, y regrese ayer cansado, y muy satisfecho.
Fui a Dueñas (Palencia), donde organizábamos el curso, con la idea de tener una experiencia de aprendizaje a través del servicio, como ya he hecho otras veces como hospitalero del Camino de Santiago. No pretendía solamente servir a otros, mi mayor interés era servirme a mi mismo, llenarme yo, limpiarme de algunos de mis condicionamientos mentales por la meditación y la actividad de la cocina, y luego libremente dar a otros. Mis objetivos se han cumplido con creces.
Los 2 primeros días fue de organizar la cocina y la casa. Recuerdo que observaba mucho mi mente dubitativa, no sabia bien donde poner las cosas en la cocina, los cacharros aquí ... ¿o allá? Y me reía observandome. Luego fueron llegando la gente a hacer el curso, y a falta de gente para ayudarme, se ofrecieron Enrique y Raquel, dos estudiantes antiguos, a quedarse unos días en cocina.
Carlos y Fátima, los manager del curso también nos echaron una mano, y hasta Pilar, la profesora, se ofreció el primer día a ayudarnos en cocina.
La cocina en un curso de Vipassana es algo peculiar, se cocina vegetariano, cuidando mucho el horario de comidas, atendiendo las dietas especiales de algún estudiante, y buscando una conciencia
de las sensaciones corporales mientras se cocina (sin por ello perder la alegría y las conversaciones edificantes dentro de la cocina). Se alterna el trabajo con meditaciones.
En el curso eramos unas 50 personas, y en la cocina se trabaja duro. Sobre las 5 o 5:30 empezábamos a preparar el desayuno de las 6:30 y después la primera gran fregada de cacharros. Luego a las 9:00, tras una meditación, preparábamos con rapidez (y a veces algo de estres) la comida de las 11:00. Luego tras comer nosotros, venia la segunda gran fregada, recogida de basura y limpiabamos la cocina. Descansito, siesta, meditación y sobre las 15:30 preparábamos la merienda de las 17:00. Aprovechábamos esas horas de la tarde para empezar a preparar la comida del día siguiente, y hacer algo de los desayunos (el yogur, la fruta en compota, etc.). Y limpiar la casa, en los ratitos que podíamos ... Mucho trabajo, realmente, más ha sido mágico, pues el grupo de cocina ha estado muy unido.
Tras los 2 primeros días, llegaron otros servidores, llego Marisa, Javier, Matt el ingles, Jaime, Magdalena y Cristina, y con ello Enrique y Raquel pudierón sentarse a meditar. Ha sido una gozada y una sorpresa maravillosa. Es muy difícil en la vida normal juntarse un grupito de personas que no se conocen y conseguir unos resultados de servicio como el nuestro y cuidando detalles. Somos todos auténticos peregrinos de la vida, buscadores, gente abierta, con gran capacidad de servir y autoobservarse.
En mi experiencia personal, vi como los primeros días vivía la cocina con más nervio, con prisas, con mi activismo característico, sin delegar algunas cosas. Poco a poco fui observandolo, viendo algunas mis sensaciones corporales mientras actuaba, dejandome ser. Me costaba meditar, veía la cocina y los guisos en cada sentada, más lo aceptaba y me volvía a esforzar con paciencia. Poco a poco, según transcurrían los días, algo fue cambiando por dentro, ya no me aceleraba tanto en cocina, por lo menos a nivel mental, mi labor era más suave, efectiva, y menos errática. Pude delegar y confiar en el resto del equipo, compartía el espacio con ellos sin molestias, ...
Las conversaciones en la cocina fueron cada vez de más confianza, yo me mantenía más al margen, me surgía así, prefería pensar en las cosas de la cocina, y permanecer en mi mundo, no es que estuviera muy meditativo, más bien era que me apetecía ser así, manteniendome más en mi mundo.
Hacia la mitad del curso, me quede meditando una tarde entera. Me vino de perlas para relajarme aun más. A partir de ese día, me sentía más ligero cocinando. En muchos momentos era yo mismo, un Nacho mas autentico, gozando de la cocina, de los actos del día, de la amistad con el grupito, de las bromas, de las cenas improvisadas antes de acostarse, ...
Y ahora me siento transformado, capaz de cualquier cosa, pues esta experiencia me ha enseñado que soy una persona tremendamente eficaz en algunas labores como esta de la organización de una cocina, y que si me interiorizo y observo mis sensaciones sin reaccionar a ellas en la vida cotidiana, puedo exteriorizar mi vida de forma más centrada.
No se que más contar, se que he sido un poco difuso, que a algunos os costara algo imaginaros o sentir lo que estoy tratando de expresar. Si es así, recordar vuestras vivencias similares.
Gracias de nuevo a todos los que habéis compartido la aventura conmigo, y a todos los que habéis leído esto del NaChete. Todos compartís mis logros.
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