Ayer me vine a pasar unos días con Laura y Rubén a su casita asturiana. Es el edén, con unas vistas maravillosas, árboles, pájaros, buena gente, buenos alimentos, tranquilidad, conversaciones guapas, ... y por si eso no fuera suficiente tienen hasta internet.
Experiencia muy enriquecedora, compartiendo sueños, ideas, momentos, ... y rompiendo esquemas. Ahora estoy haciendo algo muy cotidiano, escribir en el blog, mas es muy diferente a otros días, no hay prisa, no hay las mismas exigencias de formato o calidad, pues el entorno me sugiere otra perspectiva de ver el mundo.
Música oriental, con Rubén en el otro ordenador, y Laura leyendo placidamente. Dentro de un rato nos comeremos la crema de calabazas que ha preparado Laurita.
¿Que mas se puede pedir a la vida?
¿Porque nos complicamos la vida y nos esclavizamos por el tiempo?
No es tan difícil vivir a ritmo humano, dejando que las actividades cotidianas fluyan de forma natural, y compartiendo momentos y sueños.
Dicen que el cielo y el infierno son estados de conciencia. No es que busque ningún cielo concreto, ni me he venido aquí buscando ese paraíso en la tierra. Siento que en todo instante puedo vivir mi cielo interno, solo con dejar que este sea.
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