Lo más importante de nuestro viaje a París ya lo he contado. Resumo lo acontecido en los dos dias y medio restantes.
El miercoles 22 de junio nos fuimos a EuroDisney, a divertirnos un rato, y dejar que las sensaciones fuertes recorrieran nuestros cuerpos.
El jueves 23 de junio empezó siendo el día de la pereza, ya que nos costo ponernos en marcha ... ¡es tan agotador hacer de turistas! Nos separamos otra vez, y empezamos buscando un buen sitio para cenar esa noche con nuestros anfitriones. Luego, yo me metí en los almacenes Lafayette a comprar algunas cosas de comida típicas de por allí para llevar a Palencia; crema de castañas, repostería, pan, ...
Di una vuelta por la zona de la Opera, y luego fui hacia el Pompidou, donde primero curiosee por el edificio, para después meterme en su gigantesca biblioteca. Mientras estaba allí curioseando y navegando por internet, callo una tormenta impresionante.
Aprovechando un ligero parón de la tormenta me escape para el piso.
Tras un descansito, nos fuimos Raúl, Celine, Oscar y yo para un restaurante Antillano, donde nos homenajeamos con una estupenda cena franco-caribeña; con ensaladas de aguacate, tiburón, etc. Muy rico todo.
El viernes 24 de junio lo dedicamos a dar una vuelta por el barrio, y prepararnos para el viaje. Nuestro tren-hotel salía a las 7:40, aunque yo me fui para la estación un par de horas antes, pues había quedado allí con Cristina, una amiga uruguaya que vive en París y que conocí en el curso de Eneagrama. Charlamos y fuimos testigos de que los peregrinos de la vida estamos en todos los rincones de la tierra, siempre buscando, siempre activos, siempre curiosos, ...
El regreso en tren fue para mi un cerrar y abrir de ojos ... sabiendo que una aventura acababa, u otra comenzaba ...
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